El nombre de “ágata” proviene del río Achates, situado en la isla de Sicilia (Italia).
Existen muchas variaciones de ágata, pero en todas se pueden observar sus bandas concéntricas, parecidas a los círculos de un tronco de árbol cortado.
El ágata carneola o cornalina es de color rojo o anaranjado, ya su color nos aporta alegría y vitalidad. También se le conoce como ágata roja.
Sus principales propiedades son mejorar nuestro estado de ánimo aportando energía, vitalidad, fuerza, optimismo. Ayuda a aclarar la mente. De ahí que es una piedra especialmente útil para la vuelta a la rutina, para periodos difíciles, ya que nos hace rendir al máximo y aceptar las cosas de otra forma más positiva.
Nos ayuda a centrar nuestro atención en el momento presente disfrutando del momento y del ahora. Combate la depresión. Fortalece la voz y aumenta la confianza en uno mismo, evitando la timidez.
Junto con el granate aumenta la libido .
En la antigüedad se utilizaba como poderoso amuleto para ganar batallas, de ahí que hoy en día en los juicios o pleitos también se recomienda llevar una ágata carneola o cornalina.
Se asocia con los atardeceres rojos, con las hojas del otoño y con la tierra fértil.
Se usa para trabajar el segundo chacra, pero también estimula el primero, tercero y cuarto chacra. Incrementa la energía personal, el poder, la creatividad y la compasión.
Cuando se adquiere hay que elegir aquella que más nos atraiga, no vamos a encontrar dos ágatas iguales, tenemos siempre que escoger aquella por la que sintamos más atracción.
Una vez la hemos adquirido hay siempre que limpiarla espiritualmente pasándola por el humo de un stick de incienso, posteriormente ya se puede utilizar.
Llevar siempre que necesitemos sus propiedades con nosotros.
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